sábado, 13 de junio de 2009

HIPERTEXTO Y LITERATURA-SOCIO SEMANTICA DEL TEXTO

nucleo 5



La literatura es una experiencia de vida a través del lenguaje, es un medio para conocer el mundo por medio del goce. Si los niños y las niñas tienen la oportunidad de conocerla desde esta perspectiva su formación como lectores los convertirán en investigadores asiduos, oradores y escritores propositivos, estructurados y rigurosos, pero sobre todo, obtendrán una gran capacidad para imaginar y para soñar.

Sobre el tema Irene Vasco, escritora colombiana y fundadora de Espantapájaros Taller plantea que “si sus universos no han sido nutridos con libros y con afecto, los estantes serán desocupados de inmediato, y los libros servirán para cualquier cosa menos para “leer”. Serán pisoteados, mordidos, mutilados... Los adultos gritarán, los niños llorarán y la biblioteca se convertirá en el lugar menos apetecido por niños y adultos.”
. La formación literaria es la capacitación para la interacción que supone el pacto de lectura que le sugieren el texto y el autor. Los objetivos de la formación/educación literaria se orientan a enseñar a valorar con matices diversos las producciones de cada época; como efecto de esta educación resulta el matizado concepto de lector, como receptor activo, que participa, coopera e interactúa con el texto; en ello está la base didáctica para la educación literaria.
. La formación literaria es la capacitación para la interacción que supone el pacto de lectura que le sugieren el texto y el autor. Los objetivos de la formación/educación literaria se orientan a enseñar a valorar con matices diversos las producciones de cada época; como efecto de esta educación resulta el matizado concepto de lector, como receptor activo, que participa, coopera e interactúa con el texto; en ello está la base didáctica para la educación literaria.

En los cuentos, poemas y cartas las niñas y los niños expresaban sus sentires frente al entorno, a su familia y a una serie de circunstancias que los afectaban.
La literatura cumple su objetivo de crear actitudes críticas, dar elementos de juicio y reflexión, mejorar las habilidades de expresión, generar sed de conocimiento y abrir el camino para lograr una mejor compresión social en el ámbito escolar si el vínculo con la palabra se crea desde el afecto, y este proceso se inicia según, Henry Villalba de la Fundación Rafael Pombo, desde la primera infancia por medio de las canciones de cuna, los cuentos y las poesías ricas en sonoridad y frases ‘pegajosas’.

, la literatura no proporciona una formación dirigida como era el objetivo de antiguas tendencias, esta formación se genera cuando los cuentos y las narraciones abren el universo de los niños y las niñas, enfrentándolos a muchos otros mundos posibles no sólo imaginarios, sino cotidianos en donde los lectores puedan identificarse, reconocerse y sentir nuevas experiencias. Para Beatriz Helena Robledo, profesora, investigadora y directora general de Taller de Talleres, “lo fundamental es lo que le pasa a los lectores y lectoras cuando se encuentran con una historia literaria, no lo que sucede en ella.”
. Para plantear adecuadamente la problemática de la formación literaria no debiera olvidarse, en ningún momento, que «una obra literaria es un acto (de habla) en cuya definición entran muchas otras cosas, además de su texto, y que este punto nos devuelve a la distinción entre inmanencia y transcendencia» (Genette, 1997: 31). La inmanencia y la transcendencia apuntan a modos de concebir y valorar la producción literaria y, por las mismas razones, pueden determinar un tipo u otro de opciones metodológicas. Cuando se acepta que la «comunicación literaria» es el peculiar efecto de la recepción que el destinatario establece y no sólo de las características discursivas, se plantea la cuestión de perfilar un enfoque para la educación literaria que atienda adecuadamente a construir ese efecto de recepción.

Sin duda, muchos profesores somos conscientes de la falta de motivación que el alumno, en general, siente por la literatura a causa de su presentación como materia de estudio, con frecuencia aislada de coordenadas e intereses culturales, y, acaso, por una falta de matizaciones sobre la afirmación de que leer literatura es una forma de adquirir cultura. El problema de la desmotivación ante el «estudio de la literatura» no es reciente; las siguientes palabras de G. Torrente Ballester, docente de larga experiencia en esta materia en el nivel de bachillerato, lo muestran. Las referencias al interés particular que puede suscitar alguna invención moderna remiten a una reflexión sobre la pertinencia didáctica del canon establecido y los métodos didácticos:
La educación literaria forma parte de la formación cultural del individuo. Esta consideración enlaza con el planteamiento didáctico que actualmente se presenta para el tratamiento de la formación literaria, que toma como eje principal la actividad del lector en el proceso de recepción, integrando en él las relaciones entre los sistemas sociales y culturales, los sistemas retóricos y las estrategias del discurso y los sistemas de ritualización y simbolización de lo imaginario que incluye la creación literaria. Es bien sabido que la literatura resulta ser un hecho social y cultural concebido y desarrollado por una individualidad, dentro de un momento histórico, en un contexto socio-cultural determinado. En este sentido, conviene recordar las palabras de U. Weisstein (1975: 33): «Es en un mismo círculo cultural donde hay que buscar aquellos puntos de contacto que la tradición, consciente o inconscientemente, ha conservado en el pensamiento, en el sentir y en las facultades creadoras de sus gentes y que al aparecer casi simultáneamente podríamos denominar courants communs».

La función del docente ante los fines de formación literaria y ante los contenidos literarios tiene, esencialmente, los rasgos de formador, estimulador y animador de lectores y de crítico literario. El profesor de literatura estimula los aprendizajes del alumno haciendo que los lectores observen los rasgos específicos, los estímulos que presenta el texto concreto y los efectos que motivan en el receptor. Es decir, su función de agente motivador es la que permite aproximar la función lúdica y estética de las producciones literarias al adecuado grado de conocimiento analítico que prevé la proyección curricular y encaminándolo hacia la faceta de la educación literaria. El ejercicio de estas funciones permite que el profesor equilibre las aportaciones interpretativas de los alumnos suscitadas por la lectura con los conocimientos crítico-teóricos que el profesor aplica con criterios pedagógicos.
La recepción se ha convertido en el centro de la atención didáctica, para hacer sentir la literatura como una de las formas en que se organiza y se representa lo imaginario antropológico y cultural y como uno de los espacios en los que las culturas se forman y se encuentran unas con otras. En este proceso participa el lector con su apreciación valorativa de la configuración de un código específico (lenguaje de la obra literaria) y con su identificación de las peculiaridades del discurso literario. En este sentido, T. Eagleton ha expuesto con meticulosa apreciación, los aspectos que inciden en la recepción literaria en el apartado dedicado a «Fenomenología, hermenéutica, teoría de la recepción», en su obra Literary Theory. An introduction (1983).

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